29 de marzo de 2016

MONASTERIO DE SIJENA Un lugar de sosiego y de paz


Sijena es un lugar de sosiego, de paz, como para meditar y curar el alma; para pararse en el tiempo y escuchar el silencio de sus muros o el canto placentero de las monjas o de los pájaros.


Entre Sena y Villanueva de Sijena, al sur de la provincia de Huesca, comarca de Los Monegros. A un tiro de honda, o poco más, discurren decididas las aguas del río Alcanadre buscando el este. Es aquí donde hemos de ubicar este lugar de paz que nos ocupa y donde, como veremos, se asentaron sus piedras milenarias por designio sobrenatural. 



Monasterio de Sijena junto a las huertas, al pie de la sierra y junto al rio Alcanadre


El lugar donde se ubica el monasterio no era el mas apropiado. Se halla en medio de una huerta saturada de humedales, que la hacían insalubre en cualquier estación del año (humedad, nieblas, mosquitos). Pero la leyenda nos viene a decir que un toro adoraba a la Virgen de Sijena, también llamada del Coro, que se aparecía en el centro de una laguna, justo en el lugar donde se levantan ahora sus piedras. Se construyó una imagen de la virgen, que fue colocada en diversos lugares próximos, mucho más saludables, pero los designios celestiales venían a situarla cada madrugada en el lugar elegido, al que acudía el astado en adoración. La fundadora, crédula de la curiosa leyenda, ordenó allí su construcción definitiva.



Fachada principal y entrada al monasterio

El Real Monasterio de Sijena es una grandiosa obra románica, de estilo cisterciense. Goza de todos los elementos que hacen tan hermosa la sobriedad del románico. Incluye la iglesia de una sola nave de cruz latina, donde se halla el Panteón Real; se accede a la misma a través de su portada de catorce arquivoltas, única y espectacular. Consta de refectorio, sala capitular, claustro y torre de señales  -ya que otras muchas dependencias quedaron destruidas como ya comentaremos-  Obviamente, a lo largo de los siglos ha ido recibiendo añadidos que hicieron de Sijena un monasterio cardinal e influyente en muchas épocas de su historia. Anexa se halla una edificación más moderna que albergaba la rica sala prioral y otras dependencias, hoy hospedería.



Peirón situado en el patio de entrada al monasterio y hermanas en la entrada al recinto 

                    

Hermana en la puerta de entrada al monasterio y ventana románica del ábside de la iglesia

Desde su fundación hasta el pasado siglo XX las monjas que lo habitaron eran hospitalarias de la Orden de San Juan de Jerusalén. En la actualidad ocupan sus muros una congregación de las llamadas Hermanas de Belén, que han construido anexo al monasterio las ermitas donde residen


Cúpula del crucero de la iglesia



Ventana de la iglesia



Interior de la iglesia



Altar de la iglesia, pantocrátor y Cristo en la cruz



Interior de la iglesia y restos de pinturas murales



Restos de pinturas románicas en el interior de la iglesia



Estado actual de la sala capitular



Virgen del Coro



Refectorio, hoy lugar de culto



Panteón real



Cementerio de monjas



Dormitorio de dueñas del monasterio

Todo comenzó a finales del siglo XII, cuando la Reconquista avanzaba hacia el sur y se fueron repoblando los vastos territorios del Valle del Ebro. Así, en 1188, doña Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II, el rey de Aragón, fundó el Real Monasterio de Sijena. Fue un cenobio de los llamados dúplices ("dueñas" y "freires", habrá que suponer que relativamente separados), donde el mando siempre correspondió a la priora, estando el prior supeditado a ésta. Allí se congregó durante siglos la flor y nata de la aristocracia femenina de la Corona de Aragón, esas jóvenes de cada familia noble destinadas a servir a Dios en cuerpo y alma de por vida. Ello supuso que el patrimonio sijenense fuese creciendo hasta hacerse muy extenso, lo cual trajo prosperidad al cenobio durante algunos siglos, ya que ejercían el control económico de todos los pueblos de su influencia.


Detalle de uno de los ábsides y campanario, ventana románica


La Guerra Civil trajo la irracional destrucción de buena parta del conjunto, que ahora se halla muy mermado. En agosto de 1936 el fuego devoró durante semanas buena parte del conjunto arquitectónico, provocando la desaparición de frescos, pinturas e importantes documentos, sin olvidar el ultraje de las tumbas reales. Pese a la quema y tanta destrucción, aún conserva un indudable interés para el viajero; y desde aquí recomendamos la visita pausada de lugar tan especial, donde el silencio y la paz te envuelven.



Restos de pinturas románicas

Constan documentos que ya en el siglo XIII, los habitantes de Sena (único pueblo existente, testigo de la fundación de Monasterio de Sijena, situado a escasos 2 Km.), acudían hasta el cenobio cada año por Pascua de Navidad a ofrecer a las monjas sus cantos y bailes. Pues bien, una acertada iniciativa ha llevado a recuperar esta costumbre que viene celebrándose desde hace algunos años; y así, los de Sena acudimos por navidades a cantar y bailar a las Hermanas de Belén, pasando junto a ellas una tarde variopinta y entrañable que termina con dulces y un humeante chocolate.


Por Navidad, los de Sena acuden con sus músicas y bailes al monasterio.



Una tarde variopinta y entrañable junto a las hermanas que termina con dulces y humeante chocolate 

La endémica dejadez de la que hemos de acusarnos los aragoneses, con sus autoridades a la cabeza, hizo que muchas de las tantas maravillas de Sijena y otros lugares se hallen depositadas en museos de Cataluña, como por ejemplo, la silla prioral, los sarcófagos policromados de algunas prioras, retablos y más. Los frescos que quedaron, tras la quema de la Sala Capitular (que alguien llamó "Capilla Sixtina medieval"), fueron arrancados e instalados a rigurosa escala en un museo de Barcelona, donde tendrá que acudir quien los quiera disfrutar.
En la actualidad hay abiertos varios frentes para la justa y definitiva recuperación de estos bienes. Se han dictado recomendaciones y sentencias judiciales que ordenan la devolución de estos bienes a Aragón, pero el peso especifico de nuestros vecinos del este y la política han impedido, por ahora, que esa demandada restitución se haya hecho realidad.



Ala sur del claustro

Sijena es un lugar de sosiego, de paz, como para meditar y curar el alma; para pararse en el tiempo y escuchar el silencio de sus muros o el canto placentero de las monjas o de los pájaros.

Textos: Jesús Cancer Campo


28 de marzo de 2016